Capítulo 2388
Capítulo 2388
Forzado
El Tigre Llameante era con claridad más poderoso que Jaime, pero ni siquiera se detuvo a luchar contra el hombre cuando lo perseguían y sólo se concentró en huir.
Jaime perdió la noción del tiempo que llevaba persiguiendo a la bestia, pero pronto se encontró en las profundidades de la Montaña de la Bestia Demoníaca. Belongs © to NôvelDrama.Org.
Sobresaltado, Jaime se detuvo en seco mientras escudriñaba la zona con su sentido espiritual. Fue entonces cuando detectó varias auras formidables a su alrededor. Estas auras no eran amenazadoras por el momento, pero Jaime sabía que si las bestias que emitían las auras lo veían, lo atacarían sin dudarlo. Para entonces, Jaime ni siquiera podría defenderse.
Por lo tanto, vio alejarse al Tigre Llameante y decidió detener su persecución. Se dio la vuelta, queriendo regresar.
En cuanto renunció a perseguirlo y se dispuso a marcharse, la bestia se detuvo y le cerró el paso con un rugido. Con la boca abierta, amenazó con atacar a Jaime si intentaba marcharse.
Jaime estaba desconcertado.
«El Tigre Llameante escapaba de mí, pero ahora que he renunciado a perseguirlo, ¿intenta impedir que me vaya?».
De repente, frunció el ceño al darse cuenta. Parecía haber descubierto la intención de la bestia.
«Debe de haberme atraído hasta aquí a propósito».
La angustia se apoderó de él porque nunca había esperado que una bestia demoníaca poseyera tanta inteligencia. Sin embargo, no iba a permitir que el Tigre Llameante se interpusiera en su camino. La
Espada Matadragones que llevaba en la mano empezó a brillar y el dragón dorado rugió al tomar forma.
Una pizca de miedo apareció en los ojos del Tigre Llameante, que retrocedió al ver al dragón dorado.
Al darse cuenta de la reacción del tigre, Jaime dio un paso adelante para ahuyentarlo. No quería empezar una pelea ahora, pues el alboroto podría atraer la atención de las otras bestias demoníacas. Si eso ocurría, Jaime no podría escapar ileso.
¡Roar!
Tras el rugido del Tigre Llameante, innumerables bestias demoníacas a su alrededor gruñeron en respuesta. Al instante, Jaime sintió múltiples auras aterradoras corriendo hacia él desde todas direcciones.
Su corazón dio un vuelco y blandió su Espada Matadragones, enviando un rayo de luz hacia el Tigre Llameante.
El Tigre Llameante saltó en el aire y esquivó el ataque, mientras Jaime aprovechaba la oportunidad para cargar hacia delante de inmediato. Quería salir de allí cuanto antes.
Por desgracia, numerosas bestias demoníacas aparecieron frente a Jaime antes de que pudiera escapar.
Todas emitían auras tan formidables como la del Tigre Llameante. Cuando clavaron sus ojos en Jaime, su abrumadora presencia lo detuvo en seco.
Sabiendo que no era capaz de enfrentarse a ellos, Jaime retrocedió poco a poco con la espada en la mano mientras fijaba su mirada en las horribles bestias demoníacas.
En lugar de lanzar ataques de inmediato, las bestias demoníacas se acercaron despreocupadas a Jaime, dando un paso adelante por cada paso que Jaime daba hacia atrás.
Jaime frunció el ceño al notar su comportamiento anormal. Parecía que las bestias demoníacas no tenían intención de atacarlo, sino que trataban a propósito de obligarlo a ir a algún sitio.
Estaba estupefacto, sin tener ni idea de adónde querían que fuera.
Pronto se vio obligado a llegar al borde de un acantilado. El estrecho sendero junto al acantilado conducía a la cima de la Montaña de las Bestias Demoníacas.
Jaime miró hacia el cañón sin fondo y pensó en saltar por el precipicio para salir de la difícil situación. Con su capacidad actual, estaba seguro de que estaría bien incluso después de saltar.
Sin embargo, justo cuando se le ocurrió la idea, varias bestias voladoras gigantes le bloquearon el paso, obligándolo a desechar su plan. El único camino que le quedaba a Jaime era el que conducía a la cima de la Montaña de las Bestias Demoníacas.
Entonces se le hizo evidente que las bestias demoníacas querían que se dirigiera hacia allí.