Cariño eres multimillonario

Capítulo 106



Capitulo 106: Te llevaré a un lugar

-Dejaré que juegues a capturar infidelidades con tu prometido Noah -dijo Valentina con una risa fria antes de colgar el teléfono.

Aitana no esperaba esa reacción de Valentina. Miró, no muy convencida, hacia donde estaban el señor Mendoza y una mujer. La mujer no era otra que Lucia.

Lucía acababa de llegar a Coralia, anslaba tanto verlo que en cuanto aterrizó, le llamó.

-Santy, hace tiempo que no nos vemos. Se suponía que iba a venir contigo al concurso de joyería, pero mi marido Samuel…

Lucía se quitó las gafas de sol y apartó el cabello que cubría su mejilla izquierda, revelando un moretón violeta, evidencia de una agresión.

Santiago frunció el ceño.

-Desde que propuse el divorcio, Samuel no ha dejado de acosarme, pero en mi corazón siempre…

Los ojos de Lucía, llenos de anhelo, buscaban algo de compasión en la mirada de Santiago.

Sin embargo, Santiago solo fruncía el ceño, su mirada era inusualmente tranquila.

Después de un momento, Santiago habló con indiferencia:

-¿Y el objeto?

Si no fuera por la llamada de su abuela en Guadalajara, diciendo que Lucia le traía algo, no habría

dejado a Valentina para venir aqui.

Santiago miró el reloj. Era casi mediodía, hora de comer.

Tenía que ir a la empresa para almorzar con ella.

Lucía se quedó atónita, una ola de decepción la inundó.

-Santy, ¿sigues enojado conmigo? Sabes que en aquel entonces no tuve opción…

-¡El objeto! -insistió Santiago.

Lucía, con los labios apretados, sacó a regañadientes una pequeña caja de su bolso.

Dentro había una pulsera de esmeraldas. La abuela de Santiago, doña Diana Araya, siempre había estado preocupada por el matrimonio de su nieto. Lucía sabía que había herido a Santiago

Si querla acercarse a él de nuevo, tendría que empezar por doña Diana.

-Doña Diana dijo que esta era parte de su dote de matrimonio. Si tienes a alguien en mente, puedes dársela -explicó Lucia, decidida a ganarse el corazón de Santiago y obtener la dote de

doña Diana en esta visita a Coralla.

En ese momento, la imagen de Valentina surgió en la mente de Santiago.

Al abrir la caja, Santiago encontró que el tamaño del brazalete era perfecto para Valentina.

-Me voy–dijo Santiago, impaciente por ver a Valentina.

Lucia vio el brillo en sus ojos y su corazón se apretó de repente.

Esa mirada, como si pensara en su amada.

Al ver que Santiago se daba la vuelta para irse, Lucía se apresuró a seguirlo, pero se torció el

tobillo al llegar a su lado.

-¡Ah…!

Lucía, a punto de caer al suelo, agarró desesperadamente el brazo de Santiago, chocando contra

su pecho.

A lo lejos, Aitana, llena de rencor, vio la escena y sacó su teléfono emocionada para tomar una

foto.

-Hmm, si tú no quieres ver, ¡haré que lo veas!

Con malas intenciones, Aitana envió la foto a Valentina.

Al salir del banco, Valentina vio la foto que Aitana le había enviado.

En la foto, una mujer se apoyaba en el brazo del que era su marido por un matrimonio de conveniencia, luciendo especialmente cercanos.

La mujer estaba elegantemente vestida, con un aire distinguido, como una dama de alta sociedad.

Valentina frunció el ceño, ¿su marido de matrimonio relámpago había empezado otro negocio?

Sintiendo una opresión en su corazón, Valentina buscó el número de su marido de matrimonio

relámpago, pero en un instante, se detuvo sorprendida.

¿Llamar para cuestionarlo?

Era solo un matrimonio por conveniencia, un acuerdo monetario, ¿qué derecho tenía ella para

Respiró hondo, calmó ese impulso sentimental inapropiado y guardó su teléfono.

Si él había empezado otro negocio, ¡entonces el acuerdo debía terminar pronto!

Pero a lo largo del camino, la imagen de su marido de matrimonio relámpago no dejaba de aparecer en su mente, sumiéndola en la tristeza.

Al llegar al Edificio Bailetti, Valentina bajó del coche y vio a su marido de matrimonio relámpago acercándose, su atractivo rostro atrayendo miradas a su alrededor.

Pero parecía que solo tenia ojos para ella.

Últimamente, su marido de matrimonio relámpago había sido especialmente atento con ella, y hoy no fue la excepción.

-Vamos, te llevaré a un lugar -dijo Santiago, tomando la mano de Valentina con naturalidad, dejándola momentáneamente desconcertada.

Hasta que recobró el sentido, su marido de matrimonio relámpago ya la había llevado a la azotea del edificio.

Recordando la foto, Valentina instintivamente soltó su mano y dijo fríamente: Please check at N/ôvel(D)rama.Org.

-Tengo algo que decirte.


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